Edad: La
flexibilidad declina con el envejecimiento, aunque gran parte de este declive
está relacionado con una reducción de la actividad física.
Sexo: En
general, las mujeres son más flexibles que los hombres, sobre todo si nos
referimos a su columna vertebral, sus caderas y sus muslos. Además, las mujeres
presentan niveles más elevados de estrógenos y progesterona, que ayudan a
mantener la flexibilidad
Localización: La
flexibilidad es específica de cada área, lo cual supone que debe desarrollarse
específicamente. Por ejemplo, un lanzador profesional de béisbol puede tener un
brazo muy flexible, y el otro contar con la flexibilidad de un deportista normal.
Nivel de actividad: Las
personas más activas son por naturaleza más flexibles que las sedentarias, y
las personas que toda la vida se han ejercitado serán más flexibles que otras
que empiecen más tarde a practicar un deporte.
Temperatura: Cuando
aumenta la temperatura corporal mediante la actividad, como el calentamiento,
el cuerpo se vuelve más elástico.
Entrenamiento de la
fuerza: Los ejercicios correctos para el entrenamiento de
la fuerza aumentan, no disminuyen, la flexibilidad. Elige ejercicios con pesas
o de resistencia que trabajen los músculos en toda su amplitud de movimiento.
Embarazo: Durante
el embarazo, el cuerpo libera una hormona llamada relaxina que aumenta la
flexibilidad de articulaciones y ligamentos como preparación para el parto.
Selección de ejercicios: Elegir
una docena de ejercicios que trabajen los músculos que usarás en el
entrenamiento es mucho más eficaz que practicar treinta ejercicios poco
específicos.
Ejecución técnica: Todos
los ejercicios de estiramiento deben ejecutarse correctamente para que tengan
el efecto deseado. Hacer trampa no reportará mas beneficios a la hora de ganar
flexibilidad.
Preparación
física general: Una buena preparación física general
contribuirá a una buena
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